lunes, 2 de febrero de 2009

Llorando ...

A mi viejo, a Pacho.



El Loco viene llorando ... y el llanto desencaja aún más su cara llena de rasguños ... Ajeno todavía a su presencia ... yo estoy atándome las zapatillas en la soledad de un vestuario ... allá afuera espera un partido de fútbol que nunca llegaré a jugar ...
El Loco se acerca con ojos asustados ... Está visiblemente conmocionado y la voz se le quiebra cuando intenta hablar ... Enjuga las lágrimas y sus palabras salen como si las estuviese repitiendo de memoria: - Pacho está internado en el Santoiani. Tuvimos un accidente con la camioneta ... Lo tienen en la guardia ... está grave ... -
Caprichos del dramatismo ... reparo en lo menos importante ... Para el Loco mi viejo no es papá ni tu padre ni tu viejo ... sino sencillamente Pacho ...
Caprichos del sueño ... no sé en qué lugar de la ciudad estoy ... ni con quiénes iba a compartir un partido de fútbol ... solo sé que mi hermano Pablo está cambiado y esperando en la cancha para jugar ... Desde aquí puedo verlo ... parece que primero resuelvo avisarle lo de papá ... y convencido de estar yendo a su encuentro ... estoy caminando rápidamente hacia el hospital en compañía del Loco ...
De un momento para el otro, vamos a todo lo que dan nuestras piernas por la Avenida Emilio Castro ... En la carrera alocada imagino lo peor y terminante ... Muerto de miedo me detengo ... apoyo mis manos en los hombros del Loco y le suplico: - Por favor Loco decime la verdad ... qué pasó? - ...
- Viste que yo laburo con la gente del Nono Frondizi - reconoce culposo el Loco - se pudrió todo con el sindicato ... me buscaban a mí ... Pacho andaba conmigo en la camioneta y lo acuchillaron ... no sabés pobrecito ... tenía todas las tripas afuera ... parece que perdió mucha sangre ... tiene la panza destrozada ...
En este punto mi desesperación pudo ser total ... pensé en mi viejo tirado en el piso con el vientre abierto y lastimado ... en sus tripas al aire ... en la sangre ... en el reparto de achuras y menudencias con el que mi viejo se gana la vida ... y no sé cómo ni de que manera llegamos al hospital.
En la guardia médica hay decenas de salas ambulatorias ... para escándalo de las enfermeras yo voy abriendo desesperadamente las puertas de las distintas habitaciones ... hasta que finalmente doy con una en la cuál solo veo un par de pies descalzos, inmóviles y blanquecinos ... Los comienzo a observar casi estudiándolos ... - ¿Cómo no voy a reconocer los pies de mi viejo? - me pregunto entre sollozos y maldiciones ... Entonces resuelvo ... que esos pies que ahora parecen casi flotar a la altura de mis ojos ... son los pies de papá ... y también descubro su figura abultando las sábanas blancas de la camilla del hospital ... Pero atención! ... Papá está sentado y pensativo ... con la vista perdida y una pequeña gasa cubriéndole el ombligo ... Apenas un leve rasguño ... Estallo en lágrimas cuando adivino que - después de todo - él se encuentra bien ... y bastante sorprendido de mi llegada.
- Pero hijo ... no llorés ... ¿qué te dijeron? - dice papá con voz tranquila y contenedora.
- Te quiero mucho papá - alcanzo a balbucear ... mientras apoyo su cuerpo contra el mío y lo abrazo desesperadamente con todas mis fuerzas ... casi como si ya nunca más lo fuese a desprender de mis brazos ...
Desperté llorando.

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