martes, 17 de agosto de 2010

Feguasoma

¡Juguemos a la batalla de San Lorenzo! … decíamos cuando éramos chicos … Y ahí nomás se formaban dos bandos que se disputaban a los gritos quiénes harían de los “realistas” y quiénes de los granaderos a caballo de José de San Martín.

En aquel entonces el patio de la escuela tenía un pino que – según las maestras – había sido retoño del famoso pino de San Lorenzo … Al pie del cuál José de San Martín escribió el parte de guerra de aquella batalla.

La historia nos sonaba a fábula en aquellos años … y en verdad lo era … Porque las pobres maestras se veían casi en la obligación de narrar la historia argentina bajo el imaginario supuesto de disputas entre buenos y malos … En donde los malos siempre perdían … y los buenos daban la vida por la Patria pronunciando alguna frase que sonaba un poco a refrán … O en todo caso a palabras demasiado pomposas y pensadas … Pero aún no nos era difícil imaginarlas en boca de un herido de muerte.

¡Muero contento hemos batido al enemigo! - decía siempre aquel a quién le había tocado en suerte representar a Cabral … Y tirado sobre las baldosas del patio … inclinaba su cabeza … cerraba los ojos … y vivía para siempre en nuestra fantasía escolar …
Era el soldado herido de muerte y por la espalda … mientras rescataba a su Jefe … Don José de San Martín … que había quedado apresado bajo el peso de su caballo muerto.

Había algo de emoción y magia en ese rescate … Y quizás por ello el juego siempre concluía así … Con los niños realistas retrocediendo vencidos … mientras desde el piso sonaba la frase del niño Cabral … el héroe de San Lorenzo muriendo sobre las baldosas del patio de la escuela.

Después estaban las horas de música … con las gradas de madera donde nos sentaban a cantar … Para las fechas patrias desafinábamos al unísono la marcha de San Lorenzo … A coro gritábamos entusiasmados “Feguasoma … ya sus rayos … iluminan el histórico convento” ...
Tuvieron que pasar años … y hubo que abandonar esa pasión “tribunera” … para advertir que el “Feguasoma” era en realidad “Febo asoma” … Pero claro … el sol estaba siempre en lo alto en aquellos días … y caído en el patio … el soldado Cabral - aunque moribundo y con el delantal arrugado y sucio - era envidiado por los otros chicos que en el reparto les había tocado hacer de “español” o de granadero común.

Creo que fue la maestra de tercer grado la que alguna vez contó – como al pasar – que ella había visitado San Lorenzo … Me pareció tan fascinante que - al principio - temí que fuese mentira …
Quizás por ello … ahora recupero nuevamente su voz … explicando que los granaderos habían seguido en silencio a los españoles que navegaban el Paraná … Los barcos anclaron cerca del convento de San Carlos … y San Martín ocultó toda la noche a su Regimiento detrás de sus paredes … Al amanecer … los españoles desembarcaron y avanzaron confiados … Y ahí nomás el clarín estridente sonó … para que el flamante Regimiento de Granaderos tenga su glorioso bautismo de fuego.

Ahora estoy caminando por San Lorenzo … Miro el convento y me acuerdo de todo esto que les estoy contando … Imagino a los granaderos saliendo con sus caballos desde allá atrás … Miro hacia el río y me pierdo junto al descampado verde donde fue la batalla … Hay chicos jugando al fútbol … Alguien me comenta que debe haber pocos chicos argentinos que pueden darse el lujo de jugar al fútbol en el Campo de la Gloria … No sé que contesto porque … cómo un idiota … insisto en preguntarme en qué lugar habrá caído el caballo de San Martín …

Al interior del convento … las paredes anchas oscurecen y refrescan la tarde … En el refectorio proyectan un video que cuenta la historia … La misma de siempre … Pero me entero que Cabral murió aquí mismo pocas horas después … Juan Bautista Cabral muriendo en serio … desangrándose sobre las mesas frías de este comedor oscuro.

Salgo y una vez más camino hasta tocar el césped con mis manos … Siento que estoy cumpliendo un sueño infantil … Quizás por eso me parece ahora que hay más chicos jugando al fútbol … Quisiese jugar con ellos … me acerco con disimulo … Pero la pelota corre lejos … va rodando hacia el Paraná … Los chicos gritan y corren entusiasmados … tras la pelota que rueda por el Campo de la Gloria … hacia la barranca del río … de San Lorenzo.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Las llaves de la abuela

a la abuela Hebe por su magia de hacerme sentir un niño.


En una esquina de la avenida encuentro a la abuela ... Lleva una bolsa repleta en cada mano ... Me cuenta que viene del supermercado ... Le ofrezco ayuda ... Me dice que no ... que no es nada ... que ella puede sola ... Le digo que ya sé que ella puede sola ... pero que yo la quiero ayudar ... De mala gana me da una bolsa ... Después me mira de reojo y me da la otra - Por la columna ¿Viste? - me dice justificándose y enseguida agrega - Pero me ayudas hasta acá nomás eh - y señala con el dedo la próxima esquina.

En el trayecto hacia su casa me va contando lo caro que estaba todo en el supermercado ... Los pocos pesos que recibe de jubilación que no alcanzan para casi nada.
Al llegar a la otra esquina me pregunta si estoy cansado ... si quiero descansar un poco ... A todo digo que no y le sigo la charla ... Con la abuela es fácil sentirse niño.

Llegamos al edificio en donde ella vive y con un beso en la mejilla me da las gracias ... Le sugiero que entremos ... que quiero ayudarle a subir las bolsas ... Me dice que no ... Yo insisto en ayudar ... Y ella acepta solo después de preguntarme si estoy apurado ... Le miento que no ... Entonces subimos.

Ya en su casa ... acomodamos algunas cosas en la heladera ... otras en la alacena ... Cuando terminamos le digo que me voy ... Ella hace como que no escucha y me ofrece café ... té ... mate ... Ante mi negativa insiste ofreciendo mate cocido ... galletitas ... un sandwich de jamón y queso.

- Otro día vengo con más tiempo abuela ... Ahora me tengo que ir - le digo una vez más.

- ¿No era que no estabas apurado? - pregunta sorprendida.

Me río y acerco una silla - Tomo un cafecito y después me voy - le digo con una sonrisa.

El café de la abuela viene en una bandeja repleta de galletitas ... pan ... manteca ... y unos alfajores havana que trajo una tía que viajó a Mar del Plata.

Más animados seguimos conversando ... Al rato le digo que - ahora sí - me voy.
La abuela se levanta y va hasta la cocina ... Temo que vuelva con otra bandeja llena de cosas ... En cambio vuelve como pensativa.

- Rubencito ¿Ya te tenés que ir? - pregunta con impaciencia.

- Si abuela ... muy rico todo pero me esperan - le contesto ya parado frente a la puerta.

- ¿No querés que te prepare otro cafecito?

- No gracias abuela ... ya me voy ... ¿Me abrís la puerta de abajo por favor?

Entonces la abuela me mira asustada ... La noto nerviosa y sin comprender pregunto si se siente bien o si pasa algo.

- Creo que perdí las llaves Rubencito - confiesa por fin.

Voy a la cocina y busco entre las bolsas del supermercado ... en la heladera ... en la alacena ... Nada ... Abro la puerta del departamento y miro en la cerradura ... Las llaves no aparecen.

- ¡Tu mamá me va a matar Rubencito! ... Este debe ser el quinto juego de llaves que pierdo - me dice cuál si fuera una niña que hizo travesuras.

La miro y sonrío ... Apoyo mis manos en sus hombros y la consuelo ... Le digo que no se preocupe ... que las llaves están en la casa ... Ya van a aparecer ... Solo hay que buscar.

La abuela parece esperanzada ... Y entonces juntos buscamos y rebuscamos en su cartera ... inspeccionamos entre los muebles ... en los sillones ... ¡Nada! ... Nos miramos con sorpresa y reimos.

- No busquemos más - me dice de pronto - Quizás me pasó como la otra vez ... y las deje sobre la caja del supermercado -.

Le aseguro que no ... y sigo buscando en la cocina ... abajo de la mesa ... en el piso ... entre las sillas ... ¡Nada! ... Miro el reloj y con alarma advierto que se me hace tarde.

La abuela - que me anda por detrás - insiste en que no busque más ... Ahora me dice que recuerda haberlas apoyado en el mostrador cuando pagó.

- Después a la tardecita voy y pregunto ... La chica de la caja me conoce ... Si quedaron allí ella me las va a guardar.

Yo me empecino una vez más en revolver la cocina ... el comedor ... Le pregunto si no se acuerda donde las apoyó al entrar al departamento.

- Es que no las traje Rubencito - me aclara sonriente - Quedaron en la calle ... no busques más.

Miro nuevamente el reloj y es tardísimo ... Le muestro mis llaves y le digo que yo no tengo las de su casa ... Me mira sin comprender ... Entonces le pregunto:

- Decime abuela ¿Y cómo entramos?

La abuela se encoje de hombros.

- ¿Cómo entramos abuela?

- Yo lo único que sé es que las llaves las perdí en la calle - me dice con apenas un hilito de voz.

- Y yo te quiero creer abuela ... Pero entonces ¿Cómo entramos?

- Quizás las tenga la chica de la caja ... a la tarde voy y pregunto ... Vos quedate tranquilo.

- Está bien abuela ... Pero contestame.

- ¿Qué te conteste qué hijo?

-¿Cómo carajo entramos abuela?

- No sé ... A ver dejame mirar de nuevo en la cocina ... Quizás las dejé colgadas en el llavero que me regaló tu mamá.

- Ya me fijé abuela ... Tampoco están ahí.

- ¡No te digo yo! ... Entonces las perdí en la calle.

- Está bien abuela ... ¿Y cómo entramos al edificio?

- Estaría abierto ... qué se yo.

- Está bien ... ¿Y cómo abrimos la puerta de tu casa?

La abuela se hizo la desentendida.

- Del lado de afuera no hay picaporte abuela - le grité - ¿Acaso esta puerta también estaba abierta?

- Bueno no sé ... Pero tampoco es para que te pongas así.

- Pero abuela ... es que no puedo creer ... No puedo creer que seas tan terca -.

Y ni bien la abuela escuchó la palabra "terca" dejó de ser la abuela ... Me miró a los ojos desafiante ... Me recordó que quién había insistido para subir hasta su departamento había sido yo ... Me dijo que si estaba tan apurado deje de discutir y procure que algún vecino me abra la puerta de calle ... - Y no revuelvas más la casa ... Ya viste que aquí no están - afirmó concluyente.

Me fuí preguntando burlonamente y en voz alta ¿Cómo carajo entramos entonces? y salí al hall.

Desde adentro oí la voz de la abuela que me decía casi retándome:

- Si pienso así como vos decís ... parece que tuvieras razón ... Pero a mí ni vos ni nadie me lo quita de la cabeza ¿Me entendés? ... ¡Las llaves las perdí en la calle!

Me abrió la puerta un vecino que entre palmadas al hombro me dijo: ¡Estás cosas pasan!

- ¿Ah sí? ¿Estás cosas pasan? - insistí ante su tono comprensivo - ¿Y cómo le parece que entramos Maestro?

El vecino se encogió de hombros y sonrió ... Abrió la puerta y me invitó a salir.

Las llaves de la abuela nunca aparecieron ... Pese a que más tarde llegó mamá y dió vuelta la casa tratando de encontrarlas ... Y confundida quizás por tanta tozudez ... fue hasta el supermercado a preguntar a la cajera.

Ese mismo día el cerrajero del barrio hizo las nuevas copias.

Cuando volvimos a vernos la abuela me narró todo esto ... Y después agregó:

- Viste Rubencito ... yo te lo dije en su momento ... Pero ahora ya no tengo dudas ... ¡Las perdí en la calle!



Barra da Lagoa 28 de Febrero de 2010

sábado, 26 de diciembre de 2009

Tres tristes tigres

Sigan haciéndose los chistosos que un día voy a salir en bolas – nos gritó ella asomándose desde el baño … No era la primera vez que buscaba intimarnos con eso ... Sin embargo Gonzalo reaccionó sorprendido ante mi carcajada ... y después la miró de arriba abajo y rió.
Ella salió balanceando sus dones y fue a peinarse frente a un espejo que colgaba en la sala ... El pelo recién lavado se desparramaba por su espalda y humedecía la remera floreada.
Rato más tarde la cena - una simple y semanal reunión entre amigos - no dejó nada especial de mencionar ... No recuerdo que se haya dicho alguna frase ganzúa o en doble sentido fuera de las que usábamos habitualmente para fastidiarnos ... La sobremesa se redujo a esta conversación que salió a colación de una película que estaba por comenzar en la Tv.

- Este canal The Filme Zone siempre pasa películas calientes los jueves.
- La verdad es que prefiero un canal de música ... ¿Qué querés que te diga?
- ¿No te gusta el porno?
- Noo ... vos no me entendés ... el porno me gusta ... Pero eso que dan acá no es porno ... Son minas con tremendos culos y tetas que hacen como que cojen con esos musculosos.
- Al menos tienen algún argumento ... fijate que detrás del garche hay una historia.
- Si claro ... la dirige Scorsese ... Pero dejame de joder ... ¿Argumento esa mierda?
- Es que son películas para pasar el rato y nada más ... Dejala que está buena ... yo ya la vi.

La pequeña cama hacía también de sofá ... Los tres mirábamos la Tv. en un silencio que solo se interrumpió cuando ella ofreció café ... y contorneándose como una gata bellísima rumbeó hacia la pequeña cocina.
Gonzalo se detuvo en la minifalda y ensayó alguna guarangada ingeniosa ... Yo preferí hacerme el desentendido con la excusa de la película ... Él insistió varias veces ... pero entonces regresó ella con el café ... sosteniendo una fuente con los pocillos y una pequeña azucarera cromada.
Podrá parecer absurdo ... pero ese gesto volvió al orden de las cosas ... a la ternura de la amiga que invita a su casa y ofrece lo poco que tiene sin estorbar demasiado la digestión.
Quizás por eso ... pude monologar distendido … alabando hasta el aroma del café que se mezclaba con el perfume de su cuerpo recién lavado ... Una mezcla rara – debo reconocer - a la que sin embargo no tuve vergüenza en calificar de exquisita.
Esta idiotez sumada a los chistes … a las risas … hicieron inobjetable y natural que ella se sentase entre medio de nosotros ... Ya no quedó lugar a dudas ... con alegría volvíamos a ser tres amigos que se visitaban todas las semanas para cenar y charlar ... sin otro misterio que el de divertirse y quererse.

- Lástima que no tengas más almohadones – se lamentó Gonzalo.
- Si la cama fuese más grande yo no tendría problemas que nos tiremos los tres en la almohada – contestó ella justificándose.
- Tiremos una moneda y el que pierde mira la Tv. desde el piso – propuse entre risas.
- ¡Noo loco! ... En todo caso tiren la moneda entre ustedes dos ... la cama es mía – dijo ella riéndose.

Luego comenzaron los mimos ... el jugueteo risueño de los dedos ... - El ansiado relax después de un día agitado – dije para justificar y permitirme dar y recibir mimos y pellizcones.
Para ella siempre eran más fáciles las caricias entre amigos ... el permiso para el acercamiento físico ... Una noche lo discutimos largo y – entre bromas y vino tinto – ella reconoció que era así … Incluso aseguró – como desquitándose - que muchos hombres confundían su confianza con otra cosa.
Recuerdo que esa noche se hizo madrugada - y ya en la puerta de calle - nos tomó de las manos y besándonos la mejilla dijo a modo de despedida: - Me encantó esta noche de confidencias- ... y subrayó la palabra como si nos otorgase cierta complicidad.
Llegado el caso – y para seguir siendo cómplices – ahora hubiese que haber confesado que a nosotros la película no nos estaba ayudando demasiado.
A decir verdad Gonzalo trasmutaba en muchas cosas ... Ahora – por ejemplo - era una fiera asustada que se hundía agazapada sobre el colchón … Ella le rascaba apenas los vellos del pecho … Con la otra mano acariciaba suavemente mi brazo … Yo miraba la Tv. y masajeaba sus muslos haciendo círculos con la yema de mis dedos.
Solo se escuchaban las voces y los gemidos que salían del televisor.
Gonzalo tenía un cohete en el pantalón … Iba a fastidiarlo con alguna broma … Miré otra vez … Me quedé en silencio … Pensé que era casi imposible que ella no se hubiese percatado de ese detalle y declarado – dueña de casa al fin - el final del juego.
Sin embargo las caricias continuaron … Respiré profundo y me dejé llevar.
Mis dedos subieron por sus muslos … Ella se acomodó mejor y dándome la espalda ofreció su cola redonda ... Al otro lado sus tetas se desparramaron en el antebrazo de Gonzalo.
Con manos hábiles desabrochó la camisa y jugueteó en el ombligo … Él apretó los párpados y hubo apenas un roce … y otra vez los dedos trepando desde el ombligo hasta llegar a los vellos del pecho.

Una propaganda me sirvió de excusa para levantarme y esconderme detrás de un cigarrillo … Simulé mirar la calle desde la ventana … No había nadie a esa hora … y los faroles despedían una luz blanquísima que parecía neblina.
Ella se levantó también y llevó la fuente y los pocillos vacíos a la cocina … Gonzalo quedó perdido ... Había trasmutado en pez ... y boqueaba en la cama moviendo sus branquias como buscando el agua.
Lo miré boquear … Me detuve en el pantalón … Después en su rostro bonachón y excitado … Y hubiese deseado patearlo … insultarlo … morderlo con mis dientes hasta arrancárselo de cuajo … Por todo eso busqué herirlo con palabras:

- Vos sí que sos capaz de aguantarte cualquier cosa – le dije con ironía.
- Estoy que no doy más – respondió.
- Se nota … Lo que no puedo creer es cómo seguís aguantándote.

Gonzalo era un pez que movía la boca … iba a decirme algo más pero volvió ella y ofreció licor de chocolate … Se sentó a su lado y comenzó a servir … Yo tiré el cigarrillo por la ventana … busqué una silla y me senté … Bebí de a pequeños sorbos el licor … Después me quité las zapatillas y las medias … Apoyé los pies sobre la cama.

Mis pies descalzos me daban una sensación de frescura … mis dedos se movían en libertad ... Duró poco ... Ella se acercó otra vez a Gonzalo y comenzó a acariciarlo … Lo tocaba por encima de la camisa.

Desesperé … Pensé en inventar un pretexto cualquiera para despedirme … para escaparme a la calle … a la confusión de la noche y los faroles … - Qué este pelotudo se arregle solo – me dije con impotencia.
¿Te sentís bien? – preguntó ella … Contesté que sí ... No me creyó ... Buscó mirarme inclinando su rostro y – reclinándose en la cama - apoyó las tetas en el pecho de Gonzalo.
Lo hizo con naturalidad … quizás continuó diciendo algo más … no recuerdo … estaba bellísima.
Yo alcé la vista y busqué perderme en los comerciales de la Tv … Arriba la película … abajo el cosquilleo de sus cabellos rozando mi pie.
Nos quedamos en silencio.
De pronto la punta de sus cabellos rozaron mis tobillos ... Mi dedo se hundió en la humedad tibia de su boca ... Sentí el calor de la lengua ... Ella me miró … jugueteo con el dedo en sus labios … Lentamente fue recorriendo los otros.
Mientras la miraba ... me pareció que se frotaba sobre la pierna de él … Miré otra vez ... Con sorpresa advertí el suave balanceo de las tetas.
Gonzalo parecía ahogado … Respirando con dificultad se atrevió a tocarla acariciándole la espalda y la entrepierna.
Se atrevió a más … de repente era un pez que se lanzaba desesperado al agua ... Comenzó a desabrocharse la hebilla del cinturón y amagó bajarse el cierre del pantalón … Ella se asustó … se levantó de la cama y se abalanzó sobre mí.
En ese abrazo sentí que todo volvía a ser como siempre ... Experimenté esa euforia que brota cuando concluye el temor ... Miré a Gonzalo:

- ¿Qué haces pelotudo? ¿Estás loco? – le grité a la cara.

Gonzalo me miró confundido … Una nube caliente y temerosa pasó veloz por sus ojos … Se encogió de hombros.

- Así no – protestó ella sin dejar de abrazarme.

Así no - repetí yo y le besé la frente … le acaricie los hombros … Iba a dejarme caer otra vez en la silla ... Ella me tomó de la mano y volvimos a sentarnos en la cama.
No sé que pasó después ... Pero sí recuerdo que cuando sus uñas rascaron nuevamente el torso de Gonzalo sentí un abismo.
Su mano tibia se posó en mi vientre … Acaricié su entrepierna … toqué su cola que estaba fría y dura.
Gonzalo parecía convaleciente … Las caricias se perdían bajo su camisa mientras él apretaba los párpados ... - Es ahora – pensé ... y fui subiendo por la entrepierna … Deslicé la mano ... Estaba mojada ... Hundí un dedo.
Ella rápidamente buscó los labios de Gonzalo y los comenzó a besar … Con su mano frotaba por encima del pantalón masajeándolo.
-Dejame a mí – pidió ... Entonces fue ella la que le ayudó a desabrochar el cinturón … la que escarbó entre las marañas del calzoncillo para liberarlo … Para bajar el prepucio sin más preámbulos y descubrir un glande morado y duro.
Lo masturbó mientras le besaba los labios … Yo le manoseaba la cola … hurgué con el dedo buscando las comisuras del ano … Ella dio un respingo … acertó un último lengüetazo a la boca de Gonzalo y comenzó a babearle las tetillas.
Le tiré del pelo y le pedí excitado: -¡Chupaselá! -.
Ella primero subió la piel con su mano como si buscase tapar el glande ... después bajó el prepucio descubriéndolo … Lo sujetó por la base … Y acercándose hundió los labios hasta desaparecer el glande … para luego volverlo a aparecer y regalarle pequeños lengüetazos bañados en saliva.

La fantasía siempre tiene sus excesos … La realidad fue menos rica … No supe como seguir … Y por eso me aferré a sus caderas y ella misma se puso en cuatro mientras comía con ganas y me miraba como mostrándome.
-En el cajón de la mesita hay preservativos – alcanzó a decir cuando me bajé el pantalón …Gonzalo me miró expectante ... Me arrodillé en la cama y la penetré ... Ella sacudía los cabellos allí adelante ... Y yo apreté fuerte su cintura mientras imaginaba como sus labios subían y bajaban la piel morada de un cohete tratando de despegar.

Lo que sigue son como resabios de un sueño … No recuerdo la pausa – si la hubo – en cambio sí recuerdo a Gonzalo buscando en la caja de preservativos … Ella dijo: - Digan ustedes como quieren seguir - … y Gonzalo sonrió y comenzó a lamerla por atrás.
No la oí gemir … ni siquiera cuando él se arrodilló y se deslizó hacia adentro - primero despacio y después con fuerza - y levantó los ojos buscando el fondo.
Yo me recosté contra el respaldar de la cama y ella comenzó a comerme … Gonzalo la embestía desde atrás … La traía y la llevaba hacia él con sus manazas … Iba a acabarle … Ella sacudió la cabeza y me soltó … Apoyó los codos y bajó el mentón hasta rozar la cama … Cerró los ojos y frunció los labios como quejándose.
-Dejame montarlo que quiero acabar – pidió por fin … Yo me levanté … fui a la ventana y encendí otro cigarrillo … Me perdí en la calle … Los departamentos contiguos dormían oscuros y cerrados ... La noche hizo sonar su diapasón.
A mis espaladas oí gemidos y un ruido de muebles que parecían crujir… Reconocí al niño que escuchaba a sus padres … Me di vuelta y los miré cojer.
Ella galopaba buscando el polvo …Él la miraba embelesado … Ella se inclinó y lengüeteo su boca … Después quiso alejarse para seguir bien arriba … Pero Gonzalo - que parecía un niño enamorado - le sujetó las tetas y comenzó a mamarle los pezones … Primero un pecho y después el otro … Parecía contento.

- Vení vos también – pidió de repente ella ... Me estremecí …Y en este punto el recuerdo se me hace confuso ... Yo tratando de entrar ... Sus manos empujándome hacia atrás para impedirlo ... La nariz fruncida y los labios murmurando: -Ay Dios como duelen dos pijas - ... Gonzalo gritándome enojado que así no ... Negando con la cabeza desde allí abajo.
Retrocedí ... Acerqué la silla ... Me senté a mirarlos.

Ella se montó sobre él y lo tomó del cuello ... Se besaron largo y húmedo ... Él recorrió suavemente sus brazos ... le tomó las manos ... Nuevamente se fundió en sus labios.
Después comenzaron a explorarse ... Ella estiró su mano hacia atrás ... lo acomodó con sus dedos y se hundió en él ... Se abrazó con fuerza ... Cerró los ojos y comenzó a balancearse.
- Dámela así así así – pidió jadeando ... Y su cuerpo encendido se estremeció.

Él se levantó ... Ella se estiró en la cama ... Era una gata satisfecha … Recuerdo el brillo destellante de sus ojos … Nos miró y dijo: - ¿Alguien quiere más? -

– Yo sí – le respondí.

Volví a la cama ... y mientras le lamía el cuello y me frotaba sobre ella incendiado ... susurró a mi oído: - Quiero sentirte por atrás -.

Recuerdo que más tarde los tres fumamos y conversamos desnudos ... Volvieron las risas y las luces ... Ella encendió un sahumerio ... El humo hacía pequeños círculos hasta evaporarse en su fragancia ... Percibí el aroma familiar de tantas noches y me sentí estafado.
Nada volvería a ser como antes.
Gonzalo ya no era Gonzalo sino su imagen desnuda y el horror de su rostro jadeante.
Y aunque reíamos distendidos en la cama … sospecho que hubiésemos preferido despedirnos hasta quién sabe cuando.

El sol molestaba en la ventana cuando nos fuimos.

En la calle Gonzalo me palmeó la espalda y me dijo eufórico: - Esto habría que hacerlo más seguido che – y se río con ganas como festejando la ocurrencia.
Iba a contestarle que era un idiota ... Pero me reí ... le di un beso y me despedí.
Nunca más hablamos del tema.

Con ella fue distinto ... Años más tarde me confesó: - ¿Sabes? Yo siempre pensé que después del trío que hicimos aquella vez ... vos jamás ibas a querer ser mi novio - ... Me encogí de hombros … Iba a responder alguna idiotez pero la abracé.
Preferí besarla en silencio ... Fue un lindo beso.

No encontré – siquiera – una puta respuesta.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Rarito

I

Nunca deja de sorprenderme … como lo que es distinto … lo que escapa de esos curiosos y prejuiciosos dictámenes que a lo largo de los años nos han inculcado como “lo normal” o “lo socialmente correcto y esperable” … produce fascinación y fantasía en las mentes de las personas más diversas …
Muy pocos se atreven a confesar … o mejor … a confesarse … que detrás de la burla o el rechazo frontal a aquel que es distinto … lo que realmente se rechaza es una miseria propia e inaceptable.

Nos reímos a carcajadas de los que son o tratan de ser distintos … o simplemente les proclamamos un exagerado y falso respeto … porque así creemos ponernos a salvo … A salvo de las fantasías y miserias más ocultas e inconfesables que habitan dentro de nosotros mismos … y que se personifican una y otra vez en aquellos que sin vergüenza se proclaman “distintos”.


II

Resulta que viajé a Ushuaia y tuve que dar siete cursos en dos días ... Cuando llegó el último curso estaba harto de escucharme ... harto del curso ... de los alumnos ... quería terminar de una vez mi trabajo.
En medio de mi última clase una mujer rosarina que se afincó en Ushuaia hace unos años ... mofándose una y otra vez desde el último banco del aula no perdía oportunidad para hacer chistes ... Yo suelo dejar que hagan chistes en clase ... siempre que no se vuelva un vicio constante ... sencillamente porque distrae a todos los demás.
Le festejé el primero ... el segundo ... el tercero ... después le pedí que por favor hiciera silencio ... A lo que esta mujer - de ojillos vivaces y mirada sobradora - me dijo ante las repentinas carcajadas de todo el curso ... ¿Le han dicho que usted es medio rarito? ... Con rostro cansado y entre risas pregunté por qué.
Bueno - confesó muy seria - un poco por ese arito que usted lleva en su oreja ... humm no sé ... Yo sé que en Buenos Aires quizás es algo común ... pero aquí es más bien de "raritos" ... Además – continuó - su manera de explicar ... sus gestos ... sus modales … me hacen pensar que usted es medio rarito.
En ese punto las risas eran más bien risotadas insoportables de animales en celo ... Temí más que nada perder el control de la clase ... Temí que el curso se me fuese de las manos y no llegar a finalizar mi clase según el horario pautado ... Sentí el cansancio de dos maratónicos días de exposición caer como un pesado diapasón concluyente.
Con la mirada perdida en el techo del aula … me hice el que reflexionaba y les dije de un tirón y levantando un poco la voz ... que me parecía mentira que en el siglo XXI se siguiesen remarcando ridículamente las elecciones sexuales de los demás.
Ahora las risas amainaban y se convertían quién sabe en qué cosa ... Treinta personas me miraban entre curiosas y divertidas como esperando algo más ... quizás alguna frase picante que de pie nuevamente a la risa ... o un chiste que reavivase el tema.
En silencio comencé a mirar a cada uno … me puse muy serio ... y al parecer esto les hizo impresión ... porque ahora yo veía caras de duda ... de tímidas disculpas por tantas risotadas ... Entonces les dije a todos pero mirando solo a la rosarina: - Yo no soy rarito ... no les voy a permitir que me llamen rarito ... porque yo no soy ningún rarito ... me siento igual a los demás ... a todos ustedes … ¿Está claro? ... ¡Yo soy gay! -.
Toda la clase se hundió bajo un silencio sepulcral ... La rosarina pasó de la sonrisa a unos ojos congelados e inquisidores ... Dos gorditas que estaban sentadas en el primer banco y habían reído como hienas histéricas ... bajaron sus ojos hasta las baldosas grises del aula ... Ahora nadie se reía ... nadie hablaba ... nadie gesticulaba ... Advertí la mirada asustada de mi compañera de trabajo que parecía implorar: ¡Oh no Ruben ... faltan solo dos horas para finalizar el trabajo ... no pelees con la gente por favor!!!
Inmediatamente decidí seguir con la clase que había mutado y estaba mansita como una cabra ... Y ni bien comencé nuevamente a hablar ... un muchacho confesó tener un primo gay que era muy buena gente ... Una señora con cara de vaca aseguró que en Ushuaia había muchos homosexuales que eran muy trabajadores y honestos ... La rosarina no decía nada pero me miraba desde el fondo con la sonrisa dibujada en los labios como si le costase creer ... La miré un segundo profundamente a los ojos y le sonreí ... Al rato nomás me permití hacerle algunos chistes ... todos rieron distendidos … incluso ella.
Llegó el final ... nos aplaudieron a ambos docentes ... Yo abracé a mi compañera con la satisfacción de haber terminado todas las capacitaciones.
Miriam - ese es el nombre de mi compañera - me dijo al oído divertida:

- Boludo ... ahora todos se van pensando que sos puto -
- ¿Y qué tiene Miri? - le respondí sonriente.
- Ay no seas boludo Ruben ¿Por qué dijiste que soy gay? -
- Porque se me descontrolaba la clase Miri ... ¡Vos lo viste che! -.
- Tendrías que ser actor -
- Prefiero ser puto -
- Ya lo creo ... pero no te preocupes ... no lo divulgaré -
- Más te vale -


Ruben

jueves, 10 de septiembre de 2009

AMANTE

A vos Rafa ... que gustas de mis relatos.




Andaba por acá Rafa ... te recordé ... nada más saludarte.

Te va a sonar quizás un poco loco lo que voy a decir ... Pero me place que a veces no escribas.

Está el señor que se obliga a escribir todos los días como un ejercicio ... cómo si fuera al gimnasio ... quizás para no perder la costumbre o la figura ... Llueva o truene ... el señor está ahí batallando contra la cotideaneidad ... Me parece respetable.

Está también el señor que no tiene tiempo o no tiene libertad para sí mismo ... y entonces se promete concienzudamente escribir cuando tenga un ratito libre ... Y cuando llega el momento se quiere echar todos los polvos juntos y queda exhausto y dolorido ... quizás pensando en toda la mierda que deberá tragar hasta volver a repetir un momento como ese.

Yo con mi escritura tengo una relación de "amante" ... La visito a cualquier hora e incluso cuando me place o cuando estoy de ánimo ... Sin darle explicaciones ... sin excusas ... sin promesas ... A veces echamos polvos inolvidables ... otras veces conversamos tonteras ... Otras veces no se me para ... ¡No se me para Rafa! ... y al principio obviamente me enojo ... le miento que "es la primera vez que me pasa" ... Y ella se ríe mientras me llena de saliva el cuello ... me pasa la punta de la lengua por las tetillas ... por la entrepierna ... por el ano ... Me pregunta suavemente si realmente tengo ganas ... y entonces me hace terrible fellatio hasta el final y sin globito.
Otras veces nos desnudamos nada más que para mirar la ventana ... el horizonte ... el mar ... las montañas ... y mientras nos despedimos y nos decimos hasta quién sabe cuando ... la dejo sin melancolía ... y sin aviso de vuelta.
La olvido Rafa ... y sinceramente no me preocupo demasiado ... Ella me pide que yo sea así ... me dice que me quiere de esa manera ... Me ama sin hacerme preguntas ... la amo sin otorgarle respuestas.

viernes, 21 de agosto de 2009

Amores escolares

Una tarde decido llamar a casa ... y apenas suena el teléfono del otro lado se oye el tímido y expectante hola de Nina ... mi sobrina de apenas 4 años ... Entonces le aclaro que soy el Tío Ruben - y antes de pedirle que me pase con algún "grande" de la casa - ... le pregunto cómo le fue hoy en el jardín de infantes ... Ella (con voz bajita y preocupada, me confiesa) ... - Hoy terminaron las clases Tío ... y ahora no tengo más novio ... me pelié ... y no quiero saber más nada - ... Sorprendido y sin saber bien qué decir, solo atino a contestarle que no se haga problema, que ya va a encontrar otro y que no esté triste ... A lo que ella me responde: Es que yo soy chiquita tío para tener novio ... - Pero claro Nina - le respondo un poco más aliviado - vos todavía sos muy chiquita y es mejor que disfrutes de estar sola - ... Sí - afirmó ella concluyente - voy a esperar hasta tener 5.

sábado, 1 de agosto de 2009

IONPAVENTEN ...

... me dijo Luana con cara de misteriosa, mientras yo escribía no recuerdo qué. Seguí escribiendo sin prestarle demasiada atención, ella se acercó otra vez y me dijo: -¡Ionpáventen!-. Le ofrecí agua, después le miré el pañal que estaba limpio, y finalmente la dí una galletita dulce y encendí el televisor buscando el Disney Channel. - ¡Ionpáventen! - dijo Luana misteriosa; le calenté la mamadera, y le expliqué que su mamá volvería en un ratito. No tenía hambre y entonces nos sentamos a jugar en el piso, ahí mismo me miró una vez más y me dijo pensativa: ¡Ionpáventen! Le dí un beso y pensé desorientado: ¡Tengo que aprender el idioma de los bebes!

Ahí van algunos resultados que obtuve hasta ahora:


Pan: Todo tipo de comida ... incluído claro está el pan.

Etó: Esto o aquello o lo otro.

Ietupa: Significado desconocido.

E'nene: El nene ... la nena ... y casi todos los seres humanos con excepción de padres y abuelos.

A: Agua

Tan: Le preguntamos a Luana que era tan y dijo ¡ten!.

Ishupén: Significado desconocido.

Nu nu é nené: Algo así como "ese nene".

Yapandié: Significado desconocido. Jugando en el piso suele decirlo despacito.

Du du e a papa: Algo referido a mí ... pero aún indescifrable.

Tavetún: Significado desconocido.