martes, 17 de agosto de 2010

Feguasoma

¡Juguemos a la batalla de San Lorenzo! … decíamos cuando éramos chicos … Y ahí nomás se formaban dos bandos que se disputaban a los gritos quiénes harían de los “realistas” y quiénes de los granaderos a caballo de José de San Martín.

En aquel entonces el patio de la escuela tenía un pino que – según las maestras – había sido retoño del famoso pino de San Lorenzo … Al pie del cuál José de San Martín escribió el parte de guerra de aquella batalla.

La historia nos sonaba a fábula en aquellos años … y en verdad lo era … Porque las pobres maestras se veían casi en la obligación de narrar la historia argentina bajo el imaginario supuesto de disputas entre buenos y malos … En donde los malos siempre perdían … y los buenos daban la vida por la Patria pronunciando alguna frase que sonaba un poco a refrán … O en todo caso a palabras demasiado pomposas y pensadas … Pero aún no nos era difícil imaginarlas en boca de un herido de muerte.

¡Muero contento hemos batido al enemigo! - decía siempre aquel a quién le había tocado en suerte representar a Cabral … Y tirado sobre las baldosas del patio … inclinaba su cabeza … cerraba los ojos … y vivía para siempre en nuestra fantasía escolar …
Era el soldado herido de muerte y por la espalda … mientras rescataba a su Jefe … Don José de San Martín … que había quedado apresado bajo el peso de su caballo muerto.

Había algo de emoción y magia en ese rescate … Y quizás por ello el juego siempre concluía así … Con los niños realistas retrocediendo vencidos … mientras desde el piso sonaba la frase del niño Cabral … el héroe de San Lorenzo muriendo sobre las baldosas del patio de la escuela.

Después estaban las horas de música … con las gradas de madera donde nos sentaban a cantar … Para las fechas patrias desafinábamos al unísono la marcha de San Lorenzo … A coro gritábamos entusiasmados “Feguasoma … ya sus rayos … iluminan el histórico convento” ...
Tuvieron que pasar años … y hubo que abandonar esa pasión “tribunera” … para advertir que el “Feguasoma” era en realidad “Febo asoma” … Pero claro … el sol estaba siempre en lo alto en aquellos días … y caído en el patio … el soldado Cabral - aunque moribundo y con el delantal arrugado y sucio - era envidiado por los otros chicos que en el reparto les había tocado hacer de “español” o de granadero común.

Creo que fue la maestra de tercer grado la que alguna vez contó – como al pasar – que ella había visitado San Lorenzo … Me pareció tan fascinante que - al principio - temí que fuese mentira …
Quizás por ello … ahora recupero nuevamente su voz … explicando que los granaderos habían seguido en silencio a los españoles que navegaban el Paraná … Los barcos anclaron cerca del convento de San Carlos … y San Martín ocultó toda la noche a su Regimiento detrás de sus paredes … Al amanecer … los españoles desembarcaron y avanzaron confiados … Y ahí nomás el clarín estridente sonó … para que el flamante Regimiento de Granaderos tenga su glorioso bautismo de fuego.

Ahora estoy caminando por San Lorenzo … Miro el convento y me acuerdo de todo esto que les estoy contando … Imagino a los granaderos saliendo con sus caballos desde allá atrás … Miro hacia el río y me pierdo junto al descampado verde donde fue la batalla … Hay chicos jugando al fútbol … Alguien me comenta que debe haber pocos chicos argentinos que pueden darse el lujo de jugar al fútbol en el Campo de la Gloria … No sé que contesto porque … cómo un idiota … insisto en preguntarme en qué lugar habrá caído el caballo de San Martín …

Al interior del convento … las paredes anchas oscurecen y refrescan la tarde … En el refectorio proyectan un video que cuenta la historia … La misma de siempre … Pero me entero que Cabral murió aquí mismo pocas horas después … Juan Bautista Cabral muriendo en serio … desangrándose sobre las mesas frías de este comedor oscuro.

Salgo y una vez más camino hasta tocar el césped con mis manos … Siento que estoy cumpliendo un sueño infantil … Quizás por eso me parece ahora que hay más chicos jugando al fútbol … Quisiese jugar con ellos … me acerco con disimulo … Pero la pelota corre lejos … va rodando hacia el Paraná … Los chicos gritan y corren entusiasmados … tras la pelota que rueda por el Campo de la Gloria … hacia la barranca del río … de San Lorenzo.

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