lunes, 23 de marzo de 2009

La Gaceta - Tucumán - 14 de Marzo de 2009

Falleció el destacado locutor Víctor Cuevas
LA GACETA / JOSE NUNO



Tras una larga enfermedad, falleció ayer el reconocido locutor Víctor Cuevas, de 81 años. Durante su carrera, se destacó por su profesionalismo y por su cultura.
Cuevas tuvo una extensa trayectoria en estaciones radiales tucumanas. En noviembre de 1948 ingresó a la, en aquel entonces, flamente radio Splendid. Allí trabajó hasta que se cerró la emisora, en julio de 1978. De allí pasó a LV7, donde se desempeñó hasta su jubilación. Sin embargo, no abandonó su pasión por la radiofonía y siguió trabajando hasta el año pasado en radio La Compañera.
Quienes lo conocieron lo recordaron como un profesional intachable. Durante su carrera llegó a ser jefe de locutores y director de Splendid. Su profesionalismo lo convirtió en un ejemplo a seguir en el oficio. Además, encabezó desde la radio innumerables campañas solidarias junto a la Iglesia Católica. Se lo recuerda también por haber sido un apasionado purista del Español que luchó por difundir el habla correcta del idioma.

Don Víctor

A Víctor Cuevas, Elsa y Roxana



La primera vez que me vio me miraba torcido … Le costó un buen tiempo mirarme a los ojos cuando yo le hablaba … En aquel entonces yo era un muchacho de veintiocho años que llegaba por primera vez a Tucumán - y según Don Víctor - era “el amigo de Roxanita” que venía a pasar las fiestas de fin de año en su casa … Obviamente la antipatía fue mutua … aunque yo lo disimulaba un poco mejor motivado quizás por mi condición de visitante.
Todavía lo recuerdo sentado en la puerta de su casa … con aire grave y serio … y con la somnolencia de las cinco de la mañana … esperando paciente que su Roxanita y yo regresemos de nuestras salidas … Un “buenas noches” rápido y seco inauguraba y terminaba nuestras conversaciones de madrugada … Yo enfilaba derechito para la pieza de huéspedes sin darme vuelta y sin intervenir en los reclamos por el horario que él hacia a su hija.

En los medios tucumanos Víctor Cuevas era un personalidad reconocida y admirada … Y en esos primeros tiempos él me lo recordaba cada vez que podía … Algunas veces a colación de algún amigo suyo que trabajaba en Canal 8 … y otras veces cuando directamente lo mencionaban a él en algún programa de radio … Su voz inconfundible y pausada aprovechaba nuestros primeros almuerzos compartidos para jactarse burlonamente de lo mal que se hablaba el español en Buenos Aires … Yo le devolvía las gentilezas cada vez que escuchaba el “muy mucho” tucumano … y le decía con jactancia casi adolescente – Don Víctor … si ya es “mucho” no es necesario aclarar que es “muy”- … Entonces él se ponía serio y respondía secamente que era verdad … Ahí nomás comenzaba a tratarme de Joven … Joven de aquí Joven de allá … - Usted Joven figúrese que para nosotros el “muy mucho” es precisamente el “muchísimo” que utilizan ustedes allá en Buenos Aires … De todas maneras yo reconozco Joven que el término está mal utilizado … pero comprenda usted que son regionalismos … Buenos Aires ¡je! no es precisamente la panacea del español … y le diré Joven que en Santiago del Estero se habla un español purísimo y casto … mal que nos pese a nosotros los tucumanos y a todo el resto del país … Y fíjese Joven que digo correctamente “el resto del país” y no “el interior” como acostumbran decir ustedes en Buenos Aires … Todos los noticieros porteños dicen “el interior del país” … ¿Y ustedes donde están? ¿En el exterior? … ¡Elsa tráeme la sopa por favor! y pregúntale al Joven si va a tener la gentileza de querer acompañarnos … De ser así tráele un plato a él también … Lentamente - entre cucharadas de sopa de zapallo - se agotaban nuestras primeras charlas.

Los usos del idioma español fueron nuestros primeros desacuerdos … Don Víctor sostenía que hablar bien era pronunciar las palabras con extrema corrección y utilizando toda la riqueza del español … Y yo buscando polemizar le decía que hablar bien era poder transmitir lo que se pensaba y sentía de manera que cualquiera pudiese entenderlo y hasta sentirlo … Las correcciones ortográficas y gramaticales eran más bien secundarias … No había acuerdo … El tenía en su haber cincuenta y tantos años de radio … y yo apenas estaba cursando mis estudios de sociología … Sin embargo – al menos en mi presencia – jamás desautorizó mi opinión por ello.
Otro desacuerdo crucial era la religión … Pero ese tema casi no se tocaba … Don Víctor quizás ya estaba ejercitado con las ideas que su hija traía de la Universidad de Buenos Aires … y prefería casi ni preguntarme sobre mis propias creencias … Daba por sentado – medio en serio medio en broma - que nosotros los sociólogos éramos todos medio comunistas.
- De qué zona … o mejor dicho como dicen ustedes allá … ¿En qué barrio vive usted Joven? - preguntó en uno de aquellos primeros almuerzos - En Mataderos Don Víctor - respondí tímidamente. – Ahh yo he estado por allí hace ya muchos años … Un fin de semana me enviaron a relatar un partido entre San Martín y Nueva Chicago … Y me fui con mi estimadísimo y ya finado amigo del alma Ariel Fernández … cuyo hijo le cuento … es muy amigo de mi queridísima Roxanita … Mataderos ¡ehh! … nos reventaron a patadas en la cancha y después afuera nos querían pegar también cuando nosotros nos retirábamos pacíficamente … Mataderos ¡ehh! … me queda el recuerdo de un barrio de forajidos … - ¡No trates así al chico Chicho! ¡Por favor! – rezongó Doña Elsa desde la cocina - ¿Pero Elsa? - se justificó Don Victor - si solo estamos conversando un poco con el muchacho … Además le estoy diciendo la verdad de lo que me pasó … ¿Qué quieres tú? ¿Qué le mienta?

Los primeros acercamientos fueron a partir de compartir trabajos manuales … Un día por intermedio de Elsa - su mujer - me pidió ayuda para arreglar ciertos artefactos eléctricos de la casa … Lo recuerdo teniéndome la escalera para que yo arregle un portalámpara … recuerdo también su insistencia en cortar la luz … Su voz ya más amiga diciéndome – Chango ten cuidado con esos cables pelados por favor, no quiero que te lastimes, hazlo con precaución y si no puedes no te preocupes, por hoy ya te has ganado tu plato de sopa -.
Una siesta de diciembre – de esas siestas tucumanas de cuarenta grados a la sombra - …yo me empeñé en reparar el timbre … ese que yo mismo había descompuesto de tanto conectar y desconectar los cables de la casa … Y aquella siesta … mientras las mujeres dormían … preparado y con la valija de herramientas en mano ya estaba Don Víctor esperándome … Mientras me alcanzaba un alicate noté que los ojos se le cerraban de sueño y bostezaba … Recuerdo que pensé que solo a un porteño como a mí se le podía ocurrir realizar esos menesteres a la hora de la siesta … Pero Don Víctor – hombre de 75 años - estaba al pie del cañón con paciencia infinita … Y esta vez era yo el que le insistía que vaya a descansar y me deje solo … Y él que no … que no … que no me iba a dejar solo trabajando con la electricidad … - No quiero que te me caigas de la escalera Chango – me respondía amistosamente - Además estás trabajando con electricidad, yo me quedo contigo para cuidarte ¿comprendes?, puedes precisar alguna herramienta o alguna otra cosa … De paso conversaremos sobre tu ciudad … Cuéntame Chango … ¿Cómo están tus padres y hermanos? ¿Cuéntame como está la vida en Buenos Aires?

En esas primeras charlas que se sucedían reparando enchufes … cambiando bombitas … plafones o ventiladores de techo … comenzaron a aparecer las primeras coincidencias sobre temas que nos interesaban a ambos … El tango … la literatura … el folclore … y el fútbol … fueron los primeros acuerdos que nos permitieron acercarnos un poco y acotar la incómoda distancia inicial …
Don Víctor tenía una anécdota para cada tema … Si hablábamos de folclore él me contaba que mientras compartía mañanas radiales con Atahualpa Yupanqui … había una jovencita de pelo largo que seguía atentamente el programa … Ella esperaba una prometida oportunidad para salir al aire … Esa jovencita que esperaba con guitarra en mano era Mercedes Sosa … O me narraba una antigua visita de la orquesta típica de D’arienzo a Tucumán mientras recordaba nuevamente emocionado: - Nosotros Chango … con mis compañeros de radio de aquel entonces … pensábamos que al ser D’arienzo una figura emblemática de Buenos Aires ni nos iba a mirar a la cara … Y grande fue mi sorpresa Chango cuando D’arienzo al rato de llegar a la radio me palmaba la espalda y me decía Cuevitas de aquí … Cuevitas de allá … Después salimos del edificio y como había muy mucha gente esperándolo en la calle … tocaron ahí nomás para todos nosotros … Yo me senté en el cordón de la vereda … los miraba y no lo podía creer … ¡Esos eran artistas de verdad Chango! … Hoy día tú puedes ver televisión a gente que no les llega ni a los tobillos a semejantes personalidades … y ya andan con cuatro o cinco guardaespaldas y se creen dioses intocables.

Con los años … con las charlas sobre cualquier tema … Don Víctor que a esta altura para mí ya era Don Chicho … comenzó a convertirse en el tucumano simple que él siempre había sido … pero al que yo recién comenzaba a conocer de verdad … Despojado de la pomposidad y los grandes discursos … me ilustraba risueñamente sobre las delicias de las empanadas de gallina: - Ahh Chango ustedes los porteños solo conocen las de pollo … ¡y cuidado porque yo no los critico eh! … y menos ahora que en Buenos Aires tengo este excelentísimo amigo que eres tú … Pero te digo Chango que aquí en Tucumán hacen también de gallina y son sabrosísimas … Ya le voy a decir a Roxanita que te lleve a lo de mi estimada y queridísima amiga … una señora que me quiere muy mucho por los favores que he hecho a su hijo … un chango excepcional te digo … joven como tú … con un gran porvenir en los medios … Pero ya me estoy apartando de lo que te quería decir Chango … ya le voy a decir a Roxanita o a Elsa que encarguen las empanadas para que tu mismo las pruebes y me digas que te parecen - …

Ese señor de cara grave y seria que al principio inspeccionaba concienzudamente mis conocimientos de electricidad … había mutado al compañero de trabajo fiel y compinche que después de conversar un rato decía: - ¡A ese enchufe me lo dejas así nomás Chango eh! … después yo voy al Centro compro otro y lo cambio … Por hoy ya has hecho suficiente … ve a descansar tranquilo … bastante trabajo tendrás en Buenos Aires como para que vengas a trabajar aquí también … Ve y descansa un poco hermano … Si lo deseas ve a la heladera y bebe algo fresco … sírveme un vaso a mí también y brindemos a la salud tuya y de mi Roxanita … Cuiden el trabajo hijo … y traten de no pelearse por macanas … Desde aquí nosotros los vamos a ayudar en todo lo que podamos … Pero ustedes dos respétense mutuamente y cuiden siempre la fuente de trabajo que tienen … eso por ahora me parece lo más importante.

Cuando la etapa de los comentarios ácidos y las distancias insalvables parecían ya totalmente superadas ... apareció Juan Román Riquelme.
Una noche sentados uno al lado del otro mirábamos un partido de fútbol a beneficio … Yo comenté que era una pena que no jugase Riquelme … Y de pronto Don Chicho dijo burlonamente: - ¿Riquelme? Ahh ese sí es pecho frío como dicen ustedes allá … Yo sinceramente doy gracias a Dios que no lo convocaron … Lento como él solo … juega siempre para atrás … Noo a mí déjame disfrutar del talento de Ronaldinho ¡ja!… ese sí es un gran jugador … - Ehh Don Chico – intervine rápidamente yo – Riquelme es un jugador distinto … ¿Lento? … pone dos o tres pelotas de gol por partido … ¿Juega para atrás? ... le digo que es una forma más de hacer salir del fondo al equipo rival … no necesariamente es un defecto … Me parece que usted Don Chicho – dije buscando herirlo – repite como un loro todo que dicen algunos diarios y ciertos periodistas.
En ese punto creo que ambos nos pusimos muy nerviosos … Por un instante temí que nuestra relación retrocediese a los – ya superados - primeros tiempos … Don Chicho comenzó a levantar la voz y a vociferar que Riquelme era un vago … - Ya lo ves … es un vago … no le gusta correr … quiere que le den la pelota siempre en los pies … es un vago ... nació vago y se va a morir vago- ... Lo de usted ya es personal Don Chicho – le dije tristemente – usted tiene un problema personal con Riquelme ... quizás no le gusta la cara y por eso lo ataca – … Ahí mismo se enfureció y comenzó a relatar nerviosamente la visita del Santos de Pelé a Tucumán ... Recuerdo su voz casi de niño recordándose a sí mismo sentado tras la raya de cal … y observando las genialidades del Rey en suelo tucumano ... Fue curioso … más se acordaba Don Chicho de ese antiguo partido de Pelé contra un combinado de Tucumán ... y más se enfurecía contra Riquelme ... Vociferaba ya contestándose solo ... es un vago ... es mala persona … ese chango no sirve para nada.
El silencio clausuró una discusión que hubiera sido interminable ... El cotejo entre Messi y Ronaldinho terminó defraudándonos a ambos creo ... Solo se escuchaba el silencio y la voz de los presentadores de Fox Sports ... Al rato comenzó otro partido que seguíamos con atención pero ya sin hablarnos ... Don Chicho fue el primero en romper el silencio cuando llegó un golazo de Etó ... - ¡Ehhh pero qué golazo hermano! – dijo como si despertara de un largo sueño - Te digo Rubén que a mí Etó me gusta muy mucho eh! - y agregó - Esto te lo aclaro Chango para que a partir de aquí nos evitemos problemas.
- A mí también Don Chicho – le respondí con una sonrisa – Así que quédese tranquilo porque con el juego de Etó estamos totalmente de acuerdo.
La charla comenzó nuevamente a ser amistosa ... Y casi al final ... cuando yo le había pedido – ya más tranquilos ambos - que me cuente otra vez de aquella visita de Pelé a Tucumán ... Don Chicho me tomó del brazo y dijo sin mirarme a la cara: - ¿Sabes una cosa Chango? ... Yo ya estoy un poco viejo ... y la verdad es que tu observarás que yo acostumbro llamar amigos a muchos conocidos que tengo por ahí y que me ha dejado la radio ... Pero te digo mi estimadísimo Rubén ... y te lo digo con el corazón ... que lo que se dice amigos ... amigos de verdad ... esas personas a las que uno quiere y aprecia con cariño sincero ... a esos … ya los tengo a todos muertos ... Mis amigos ya se me fueron Chango ... solo me queda uno ... y ese uno eres tú -.

A partir de allí … el poco tiempo que nos quedó por compartir … se llenó de un cariño mutuo … Mientras medio Tucumán auguraba que Don Víctor Cuevas sería abuelo de un varón … él tercamente mantenía su fe intacta y aseguraba a todo el mundo que sería una niña … Recuerdo – al teléfono - su voz de abuelo flamante … enjugando lágrimas y diciéndome: - Mi queridísimo Rubén … amigo del alma … que alegría que siento Chango … Cuídame mucho a esas niñas por favor … dale un beso muy especial a mi Roxanita … dile que la amo …y otro beso para la Luana … Cuídalas mucho Chango … cuídate tú también …
Creo que la última vez que nos reímos juntos fue producto de un estudio que él debía hacerse … Yo lo llevaba en una silla de ruedas medio rotosa … y cuando quedamos al pie de una bajada pronunciadísima que había en la clínica … pensé que se me escapaba de las manos y lo perdía para siempre … Al parecer él advirtió mi temor … y cuando ya más tranquilo comencé a bajar sujetándolo por delante … me dijo con una sonrisa pícara: - ¿Sabes una cosa Chango? … por un momento me vi reventado contra la pared de allí abajo … No dije nada porque me llevabas tú … y ya sabes que tengo plena confianza en todo lo que tú haces … Pero te digo Chango que si el que me llevaba hubiese sido un enfermero de aquí … creo que todavía lo estaría peleando … Nos reímos bastante.

Recapitulando … debo decir que fueron contadas las veces que escuché a Víctor Cuevas en la radio … No dudo en afirmar que fue un locutor magnífico … Pero como diría él mismo en este punto … yo no voy a hablar de lo que no sé … Puedo decir en cambio que yo conocí a un Don Víctor de entrecasa y ya entrado en años … A un señor que por sobre todas las cosas era simple, honesto y frontal … Un amante incondicional de su mujer y su hija … Un señor que amaba con toda su alma la profesión que había elegido … y en eso - claro está - era un verdadero maestro.
De todas las anécdotas y charlas que todavía conservo – y creo guardaré por mucho tiempo – me voy a quedar con aquella vez que en la cocina de su casa me dió el título de amigo suyo.

Don Chicho – una vez más – no se olvide que aquí en Buenos Aires tiene un amigo … Sepa tambien que su nieta – mi hija – ya se enterará a su tiempo de quién fue usted y que hizo en sus 81 años de vida. Tiene mi palabra de amigo.

Esta fue mi manera de homenajearlo y recordarlo.

Qué en paz descanse Maestro.

Lo llevo conmigo.