viernes, 17 de julio de 2009

Cartas del abuelo

A la abuela Hebe, mi agradecimiento por la posibilidad y el permiso de publicar las cartas.



Presentación



¡Hola abuelo hijo de puta, la concha de tu madre!

¡Qué hacés Pilucho hijo de re-mil putas! ¡La puta madre que te parió!

La risa del abuelo Cacho resonaba en la pieza húmeda y oscura. Y desde la cama él se reía como yo mientras nos seguíamos insultando y revoleándonos juguetes a modo de bienvenida.
Con mis tres años de vida, esas son las únicas charlas que recuerdo haber mantenido con mi abuelo. Charlas muy poco diplomáticas por cierto, pero divertidas y liberadoras hasta las carcajadas.

Guardo imágenes del abuelo que con el tiempo se fueron transformando en pedacitos de sueños arrugados. Una tarde de sol comprando un huevito de pascua en Larrazabal y Bragado, el cuál a la media cuadra se me cayó a la vereda y yo lloré desconsolado.

Como si fuese una foto desdibujada y vieja, recuerdo reuniones del abuelo con los “compañeros del partido” como solían decir en casa. Yo asistía desde lejos y con el enojo propio del que se queda afuera. Buscando la complicidad del abuelo que hablaba y gesticulaba en medio de una humareda, corrí a la cocina a preguntar por qué el abuelo se cruzaba de piernas cuando estaba sentado.

Todavía recuerdo tardes en las que iba desde sus brazos hasta los barrotes de la escuela República del Brasil, mientras esperábamos que la abuela Hebe saliese del comedor escolar.
Al parecer desde hacía algún tiempo la abuela se había visto obligada a trabajar para mantener la casa.
Mientras tanto el abuelo y yo en la cocina preparando “torta fritas”. Yo quería amasar junto a él, y ante mi insistencia, recuerdo que cortó un palo de escoba y lo transformó en un pequeño palito para que pudiese amasar a su lado. Cuando más tarde llegó la abuela, con orgullo le enseñé la primera y única torta frita que amasé en mi vida.

Otra tarde él pintaba el patio de casa, y nuevamente yo me empeñaba en colaborar. Me aferraba a sus piernas y reclamaba el pincel para ayudarlo desde allí abajo. El abuelo sonreía y miraba mi cabeza salpicada con pintura.
Después no sólo hubo pincel, sino que además me puso un sombrero de pintor, que mágica y rápidamente surgió entre sus manos y un papel de diario viejo.

No recuerdo más. Quizás lo último es que yo saltaba en su cama y él parecía muy dolorido. Ya casi no jugaba ni me prestaba demasiada atención. Y entonces yo saltaba con más fuerza sobre el colchón buscando su mirada cómplice, y mamá me reprendía diciendo: Ruben no saltés más que el abuelo no se siente bien. Y él le reprochaba con voz cansada: dejalo Silvia dejalo que juegue.
Yo seguía jugando y pese a su silencio y su inmovilidad, le reclamaba a los gritos un trencito que fuese como los de verdad.

A los pocos días la casa extrañamente se llenaba de gente. Una enfermera que pasaba largas horas junto a nosotros, una noche de llanto desconsolado reparó con cinta adhesiva una planchita que se había convertido en mi juguete inseparable.
Y fue quizás por esas noches que en medio de una madrugada fría de Junio, mamá me llevó a lo de mi otra abuela y - ante su sorpresa por nuestra repentina llegada - mamá dijo: le dejo al nene, mi papá está muy mal.

Días más tarde, de vuelta a jugar silenciosamente al patio de casa. El abuelo no estaba más y punto. Yo ni pensaba dónde podía haberse ido.
Quizás por eso la sorpresa y la duda, ese día en que la abuela y la tía Ale llegaron a casa con un paquete grande y misterioso.
Mis ansias por saber que había allí adentro les ganaron a las dudas de la abuela, que se debatía entre guardarlo hasta el día del niño o dármelo ahí mismo. Con manos ansiosas abrí el paquete y enmudecí al descubrir un tren a pila que jamás olvidaré.

Entonces la abuela me besó la cabeza, me miró triste y dijo con la voz llena de lágrimas: - Rubencito este regalo es del abuelo-.
Y yo que aún no podía creer semejante regalo, la miré confundido y le pregunté: – Pero abuela ¿Dónde está el abuelo?
Ella me abrazó fuerte y respondió: - Mirá hacia arriba, ¿Ves el cielo?, bueno, allá arriba, allá muy ... muy alto, está el abuelo ¿Lo ves? – Luego se secó las lágrimas y dijo: - Él desde allá arriba siempre te va a estar cuidando Rubencito.

Pero claro, semejante descubrimiento ahora me obliga a hacerle justicia al abuelo. No solo por ese trencito que me alegró tantas horas, y que fue comprado por expresa indicación suya con un dinero que debía cobrar. Sino porque sospecho que ese cielo en el que dijeron que estaba, un comunista convencido como era él, no lo hubiese aceptado jamás.

En todo caso el cielo del abuelo es aquél desde donde envió cartas hace ya muchos años. Un cielo en el cuál él sí creía fervientemente y había luchado toda su vida por alcanzarlo.

Estimado lector, lo dejo con mi abuelo Cacho. En tres cartas él le cuenta a la abuela Hebe noticias sobre su cielo. Ese que él buscaba fundar y compartir seguramente.




Las cartas del abuelo


24 de Octubre de 1956



De Dakar Africa a Lisboa.

Querida Hebe:
Te escribo en viaje del Africa a Portugal después de haber hecho escala en “Carrasco Uruguay” , en “San Pablo Brasil”, en “Río Brasil”, en “Recife Brasil”. Luego “Dakar Sud Africa” y esta te la despacho de “Lisboa – Portugal”. Todavía nos falta Roma y luego Zurich.
Voy muy bien a pesar que de Carrasco a San Pablo nos agarró mucha tormenta y el loco se hacia para todos lados y muchos pozos de aire; pero ahora vamos mejor que en el tren, ni se siente.
De todo lo que vi lo mejor lo más original son los negros del Africa, éstos si que son oscuros, después de esto los aeropuertos del Brasil son enormes de grandes y lindos. Ezeiza no tiene nada que hacer con estos.
Bueno Viejita espero que vos te encuentres bien igual que yo y contenta. Te diré que de Río les mandé unas postales a vos y a la Vieja. Te vuelvo a escribir de Zurich.
Aquí son unos (ilegible en el original) cogñac, Wisky de todo, hasta te tapan los pies las camareras.
Saludos a Irma y Vicente, por casa en fin a todos.

Recibí un fuerte abrazo de tu compañero que te quiere. Cuidame a “Carlitos”. Besos para vos y mamá y Carlitos y a todos.

Saludos a tu vieja y Manuel.

Chau, Besos




La 1 de la mañana

Domingo 28 de Octubre de 1956
Moscú. URSS

Querida Viejita:

Deseo que cuando llegue esta a tu poder te encuentres bien de salud, a lo mejor vos y Carlitos o Carlita quedando yo muy bien por el momento.

Hace dos días que llegamos a Moscú después de haber estado 1 día en Praga.
En Praga nos hicieron tantos honores que no te imaginás, vimos patinaje sobre hielo es maravilloso, la ciudad el museo en fin todo lo que pudimos. Vimos un almacén de ramos generales de 6 pisos es maravilloso y los cochecitos para los pibes y me acordaba de vos y el Pichirilo.

Pero acá en Moscú es divino el Kremlin, lo vimos de afuera, el lunes lo vamos a ver de adentro, el subte el Metro es un sueño en fin contártelo en carta es imposible.
Estamos en un Hotel que se llama Moscú, es de 4 pisos y en la pieza que estamos hay televisión, teléfono, calefacción, 2 roperos, 4 sofás, 1 mesa y un escritorio con veladores, en fin somos vacanes. Aquí se come 3 veces por día 4 o 5 platos de todo, el Vodka lo toman ante durante y después de la comida. Mirá es imposible contar. Te diré que se lo pasan preguntando que queremos.

Recién vuelvo del circo es muy lindo. Mañana mejor dicho hoy vamos a visitar la exposición Rural después vamos a ver un partido de fútbol y a la noche al teatro.

Bueno estoy con mucho sueño y me voy a dormir.

Recibí muchos besos vos y ... de tu marido que te quiere y el Papi volverá pronto para abrazarte.

Saludos a todos los familiares y a mamá dale besos míos.

Chau

Cacho


Moscú 30 de Octubre de 1956.
U.R.S.S


Querida Viejita Negrita linda bonita rica Pichirila, en fin Amor Mío:

Estoy esperando el avión para viajar a Kub, son de acá 3 horas de avión, una cosa de 900 kilómetros de Moscú.

Vieja si me pongo a contar no terminaría en dos días y tengo que salir en este momento.
Pero igual te voy a adelantar algo.

Fuimos al Teatro Moscú, es como el Colón argentino, pero lo distinto que estaba el artista, el obrero y el campesino, es decir todo el Pueblo.

Visitamos un “Magazín” Almacén y había colas dentro del negocio de 50 metros. En los almacenes hay de todo y son de grande una manzana el edificio. La gente compra y compra, esto es la esclavitud que dicen los Capitalistas.

Visitamos el Combinado, es decir el Fug. Necoyan, trabajan 14.000 obreros: se hacen de todo Matan y conservas y chachinado. Esto no te voy a contar pero es muy bueno después te cuento.

Fuimos a las Casas Cunas y Jardín de Infantes, esto es extraordinario, unos rusitos que parecen Ositos con las pieles. Y lo distinto en los chicos acá que en la Argentina, por ejemplo en los tranvías, ómnibus y subte a los chicos hay que darles el asiento, bueno Vieja te adelanto algunas cositas después te cuento.

Te diré que no es un paraíso pero marcha a pasos agigantados, por ejemplo se ve el viejo Moscú con casas de maderas, pero enfrente los grandes Monoblocks de 8 y 10 pisos; en el Fug están haciendo dos, uno de 5 pisos 340 departamentos, este por cuenta del Sindicato, se utilizan para beneficio de los afiliados, no como nuestros Jerarcas; pero no solamente eso sino que el Estado construye, hay uno de 10 pisos con 600 departamentos. Nos dicen los Camaradas: vuelvan dentro de un año y no conocen más nada, es decir con este Plan Quinquenal.

Decile al Cola que el fútbol es inferior al nuestro. Nosotros le podemos ganar. El Spartaco le ganó al Ejercito 3 a 0.
El Spartaco es el campeón Soviético, tienen el Guin derecho es extraordinario, y gambetean bien todos; lo que pasa que empujan mucho. Por otro lado forman: arquero, 3 Fulbas, 2 medios y 5 delanteros; pero bajan y suben todos, el centrofobal, los guines, todos un estado atlético muy bueno.

Bueno Vieja no sé si le voy a poder escribir a mamá, pero decile que no tenemos tiempo, nos levantamos y nos están esperando y a comer. Luego salimos enseguida, volvemos más o menos a las 5 o 6 de la tarde y comemos otra vez y volvemos a salir hasta las once o 12. Luego comemos y estamos cansados, nos vamos a dormir. Y así ni mate tomamos, pero comemos todo el día.

Te diré que el 15 o 17 salimos para allá, así que pronto estoy con vos. Aquí todo el Pueblo se prepara para el 7 de Noviembre.

Saludos a los Compañeros y a Martínez especialmente; dale saludos y que me perdone que no le escribo.
Si te hace falta algo velo a Martínez, él te va a resolver.

Saludos a Irma y Vicente, a Mamá, a los Muchachos, es decir a todos y besos al Pichirilo mío.

Abrazos a la Vieja y visitala es buena es una Santa.

Saludos a tu Vieja y Manuel.

Recibí un fuerte abrazo de tu negro que no te olvida. Chau. Besos.

Cacho